viernes, 29 de junio de 2012

La trata de personas. Como darse cuenta, si uno se encuentra en esta situación

Por Laura Pérez Prieto

La trata de personas es la comercialización de seres humanos retenidos por intimidación, violencia, engaño o abuso con el propósito de someterlas a la esclavitud y conseguir de ellos ganancias, ya sea explotándolos sexualmente en la prostitución, esclavizándolos en formas diferentes de trabajo, e incluso llegar a la extracción de órganos predestinados a trasplantes por los cuales recibían altas sumas de dinero. Las circunstancias más graves de la trata de personas es son cuando las víctimas son menores de edad.

La trata de personas, principalmente de mujeres y niños, es un mal social que perturba a la población mundial y que entre los últimos años se ha incrementado escandalosamente.

Lamentablemente este problema no es nuevo, podemos mencionar la compra de personas de escasos recursos adquiridas por los conquistadores españoles, quienes los embarcaban con destino al descubrimiento de las nuevas tierras.

Si bien los conceptos de trata y tráfico están estrechamente interconectados, son argumentos diferentes. Primero, “el tráfico es una forma mediante la cual ciertas personas facilitan la entrada ilegal de un inmigrante a una región nacional”.

En cambio “la trata es un delito que no forzosamente requiere el ingreso a otras estados, pero sí se entiende como condiciones de engaño, estafa, violencia, intimidación o abuso con fines de explotación”. En todos los casos, la trata es ante todo una fuerte violación de los derechos humanos,
acompañada de un delito grave.

A pesar de que durante el siglo XIX la totalidad de las naciones latinoamericanas prohibió la esclavitud, ciertas formas de explotación esclavistas, como la trata de mujeres siguió produciéndose inclusive han estado en crecimiento.

La trata de personas con fines sexuales siempre ha venido acompañado de la prostitución ya que esta siempre fue un negocio ilícito, pero permitido y reglamentado por el Estado.

Constantemente ha contado con la cooperación, la tolerancia o hasta la asociación con funcionarios del Estado, ya sea los policías, los agentes migratorios, las fuerzas de seguridad, jueces, políticos, personas sobresalientes en la actividad económica, social y en algún caso religiosa.

La vigilancia y eliminación de la trata de personas siempre ha sido y será labor dificultosa, a pesar de los progresos legales. Esto nos implica reclamar a la sociedad en su totalidad para afrontar este problema que es tan viejo como la historia de nuestro país.

La trata de personas empieza con promesas tramposas que prometen mejorar las condiciones de vida en otro lugar. Estas promesas pueden aparecer en los medios de comunicación, Internet, o las hacen personas cercanas como familiares, amigos y conocidos.

Las personas que aceptan el comercio de si, se ilusionan porque ven cerca la posibilidad de obtener dinero y mejorar las condiciones de vida de su familia.

Los traficantes o explotadores, una vez que se ganaron la confianza de la víctima, le hacen un préstamo para viajar, y le ofrecen tramitar los documentos necesarios para que supuestamente no tenga inconvenientes en el otro país. La persona victima acepta y se alista para viajar. En la
mayoría de los casos los documentos que facilitaron los traficantes son falsos. Cuando la persona comienza el viaje ya ha adquirido un adeudo con los traficantes. Es ahí donde empieza a establecerse un trato de sometimiento hacia ellos. La víctima llega a un lugar extraño, lejos de la familia, la persona se enfrenta a la realidad. Ha perdido totalmente el control sobre su vida. Es sometida a situaciones de explotación, es forzada a realizar actividades en contra de su voluntad, a hacer trabajos forzados de prostitución, servicio doméstico, agricultura o construcción; y en el caso de los niños, además de la explotación sexual o laboral, en el tráfico de órganos, o en las adopciones ilegales.

Es muy dificultoso salir de esta situación pues las personas no conocen de organizaciones que les pueden ayudar, además por el temor a las represalias por parte de los traficantes quienes les amenazan con hacerles daño a ellas o a sus propias, se quedan callados y no dicen nada.

Las mujeres, niñas y niños son siempre los que están en vulnerabilidad, es por eso que los traficantes se aprovechan de ello y les hacen ofertas para ganar dinero desempeñando supuestamente oficios bien remunerados y lo que en realidad es remuneración baja e incluso nula.

Conclusiones
Debemos estar constantemente alertas en lo que pasa alrededor de nuestra sociedad, principalmente con lo que sucede en torno a nuestras familias, mujeres, niñas y niños que no están debidamente
cuidados y orientados, ya que podrían sufrir cualquiera de estos vejámenes. Debemos ayudar al  desprotegido, con campañas, exigiendo al Estado lugares donde se pueda prestar ayuda, que también puede ser de voluntariado. Debemos creer en nuestra sociedad, porque al creer en ella la hacemos más grande y poderosa, pero en un buen sentido; unidos se puede salir adelante y así poder eliminar todo mal que acoge nuestra sociedad

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