Si le preguntamos a los niños y los jóvenes de ahora que hacen durante su día, probablemente recibamos la inútil respuesta: "nada"; o una que derivada de la anterior podría ser más preocupante: "estoy conectado a Internet". Las generaciones de los 80s y primeros años de los 90s, no pasábamos todo nuestro día sentados frente a un monitor o mensajeando todo el día con el celular. A pesar de haber conocido el "ruidito" que hacía el módem cuando nos conectábamos a Internet, de haber pasado varias horas con videojuegos en la PC o en alguna consola, a los 13 años seguíamos jugando como niños, con autos de juguete, y figuras de acción, o modelos a escala de estereotipo de belleza en el caso de las nenas; ahora los chicos no juegan a las canicas con sus amigos en las calles, tienen partidas online de algún shooter sangriento y las chicas en vez de estar saltando la cuerda o jugando a la rayuela están en "el chat del face".
En un país como Bolivia, donde las conexiones no son buenas y además son exageradamente caras es más difícil estar siempre conectado. Esta poca conectividad es como un arma de doble filo; si los chicos no se conectan, están en las calles haciendo nada o peor aún, delinquiendo. Pero si están siempre conectados tenemos unos zombies que no saben y no pueden hacer nada si no lo hacen con la computadora.
Delia Soliz, psicóloga infantil, señala que los chicos
de esta era son más ‘tecnologizados’ y dejaron de lado los juegos que
les permiten expresarse, crear y sobre todo compartir y sentir placer de
jugar.
Al no tener el contacto físico y social con otros niños, hace que los niños no puedan expresarse con claridad, no puedan desempeñar tareas con sus propias manos y se abstraigan al mundo virtual, volviéndose adictos; con todos los problemas físicos y psicológicos que una adicción conlleva.
De acuerdo con un informe realizado por Unicef, el 30% de los niños, niñas y adolescentes "originarios" (área rural) tienen acceso a la red Internet; el restante 70%
corresponde a los del área urbana o las ciudades capitales del país. La telefonía móvil y el Internet son herramientas fundamentales para acceder a información y comunicación; el único problema es que a nuestros niños "se las pusimos muy fácil"; nosotros cuando teníamos que hacer tareas nos pasábamos horas con un libro entre las manos, leyendo y leyendo, porque a veces no bastaba con revisar el índice para encontrar la respuesta a la interrogante que nos planteaba nuestra maestra; ahora sólo basta con poner una o dos palabras clave en cualquier barra de búsqueda para encontrar toda la tarea en una sola página, así, sin leer nada más ni analizar o meditar y reflexionar sobre lo que anotan en sus cuadernos, porque lo hacen por obligación. Ni hablar cuando les dan un "trabajo práctico", donde usan la perjudicial combinación de teclas ctrl+c, ctrl+v.
A pesar de vivir en una sociedad de la información, los niños no se desarrollan mental y socialmente como hicimos nosotros hace mucho tiempo. La juventud ha perdido el hábito de leer; sería raro encontrar un grupo de jóvenes de entre 15 y 17 años en una plaza debatiendo en un club de lectura; podemos encontrarlos en una plaza, pero están en un club de borrachos delincuentes. Al llegar a la adolescencia, el ser humano comienza a definir que quiere de su vida, pero estoy seguro que si le preguntamos a un adolescente cuales son sus planes de vida, no va a saber que responder, y quizá salga con que "tiene que estudiar" porque sus padres se lo dicen.
Al no agarrar un libro (ni siquiera uno electrónico), no leer todo el artículo de la web cuando hacen sus deberes escolares porque el buscador les resaltó lo que debían copiar, pasar horas frente a juegos violentos, dibujos animados con mensajes subliminales que les derriten el cerebro, teniendo charlas banales en una sala de chat; hace que nuestros hijos, nuestros hermanos, sobrinos, y ya no me llamaría la atención tener que nombrar también a nietos de personas de la generación de hace 2 o tres décadas; sean seres despreocupados, sin metas en la vida, adictos al Internet, e incluso indefensos, porque al ser la red un lugar dónde uno no ve la delincuencia, nadie dispara armas de fuego ni nos asalta y cualquier depravado puede hacerse pasar por una nena de 12 años para satisfacer sus abominables placeres, hace que los chicos sean indefensos ante estas amenazas modernas y delincuentes cibernéticos que acechan a nuestros no desconfiados niños.
Al ser algo tan común hoy en día, los mayores no nos damos cuenta de que podemos estar durmiendo con el enemigo; el Internet es como ese buen amigo nuestro que se la pasa en la casa y nunca desconfiaríamos de él aunque en realidad se acueste con nuestra esposa. Los chicos pueden correr algunos riesgos estando conectados a Internet, como por ejemplo ser expuestos a material sexual, recibir mensajes acosadores y degradantes (bullying), entrar a sitios que incitan a violencia, con lugares relacionados con la pornografía infantil, o hagan apología a las drogas, al tabaco o al alcohol. Sin mencionar que estos delincuentes podrían obtener información personal, direcciones, teléfonos, hasta numero de tarjetas de crédito.
Eliana Quiroz, especialista en redes sociales advierte sobre algunos de los cuidados que debemos tener con nuestros niños conectados; en lo posible aplicar filtros a páginas web que no queremos que nuestros niños miren; no dejarlos solos mientras navegan, ni colocar una computadora en el dormitorio de los niños y tener la PC en un lugar común de la casa; hablar claramente a los niños y adolescentes sobre los peligros que pueden encontrar al conectarse a estos lugares sociales en la red.
Como todo en este universo, el Internet es bueno, como es malo... y su uso en exceso puede traer complicaciones para la salud y los más propensos a eso son los niños con poco afecto familiar o poca comunicación con sus padres. Así que si tu hijo está "haciendo nada" pero se conecta a Internet durante todo el día... es hora de que eches un vistazo a su monitor.
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